Ore para que los santos, por medio de su arrepentimiento y confesión, experimenten el perdón y la limpieza, y esto tenga como resultado que ellos teman a Dios, amen al Señor, puedan ser edificados con otros en la vida de iglesia, y disfruten a Cristo como el árbol de la vida (Neh. 9:17b; Sal. 32:1; 86:5; 130:4; Lc. 7:47; 1 Jn. 1:7, 9; Is. 1:18; Ap. 22:14).

Ore para que el Señor resplandezca y haga que los santos confiesen su naturaleza pecaminosa, sus manchas, sus vínculos con la contaminación del mundo, y su vejez, así como los problemas de su manera de ser y la peculiaridad de su carácter, para que ellos puedan negar su yo, sus hábitos y su vieja manera de actuar, y no tener confianza en ellos mismos ni deben confiar en sus habilidades naturales (Sal. 51:5 y nota 5¹; Ro. 7:18 y nota 18²; 8:13; Gá. 5:24; Fil. 3:3).

Ore que los santos practiquen tener una confesión completa a Dios bajo Su luz, una confesión bajo el resplandecer del Señor que incluye el pecado del individualismo y de la individualidad, así como todos sus defectos, fallas, equivocaciones, errores, transgresiones, ofensas, pecados exteriores e iniquidades interiores. No solamente tenemos que confesar estas cosas, sino también pedir el perdón del Señor (Sal. 32:5; 51:1-4a; Pr. 28:13; 1 Jn. 1:9).

Ore que los santos tengan la experiencia de ser iluminados por la luz de Dios a fin de que puedan ver el verdadero significado del arrepentimiento y tengan una experiencia genuina del arrepentimiento para con Dios por causa del reino de Dios (Mt. 3:1-2 y nota 2¹; Hch. 11:18; 20:21; 26:20; Ro. 2:4).

Ore para que los santos traten con el Señor no a manera de la introspección ni a manera de confesar simplemente conforme con el conocimiento objetivo, sino a manera de estar bajo el resplandor de Su luz en amorosa comunión con Él (Cnt. 2:9 y nota 9¹; He. 12:2; Is. 6:1, 5; Job 42:5-6 y nota 6¹).

Ore para que los santos no teman la luz del Señor, sino que amen la luz, vengan a la luz, se abran a la luz y aspiren a ser personas cuyo todo ser está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas (1 Jn. 1: 5 , 7; Ap. 21:23; Jn. 3: 19-21; Lc. 11: 34-36).

Ore que los santos no solo amen al Señor sino que también amen Su manifestación, esperándola con anhelo y gozo (2 Ti. 4:8 y nota 8⁵; Cnt. 8:14, Ap. 22:20).

Ore que los santos vean el verdadero significado de amar al Señor como es revelado en Su Palabra y puedan entrar plenamente en su experiencia (Mr. 12:30; 1 Co. 2:9 y la nota 9³; 2 Ti. 3:1-4 y nota 2²).

Ore para que los santos vivan en el romance divino y tengan el crecimiento en vida y la transformación en vida por medio de la experiencia progresiva de tener una comunión amorosa con Cristo, como se presenta en Cantar de los Cantares (Cnt. 1:1 y la nota 1¹, 9-11 y las notas 9², 11¹).

Ore para que los santos entren y desarrollen una relación personal y afectuosa con el Señor (Cnt. 1:2-4a; Jn. 13:23).