Día 19: Oración por nuestra entrada en la oración del Cuerpo de Cristo con la comprensión completa de lo que Cristo ha obtenido.

Ore que los santos puedan aprender a orar no solo las oraciones de creyentes individuales sino la oración de la iglesia como el Cuerpo de Cristo con la comprensión completa de lo que el Señor ha obtenido —Su señorío y Su encabezamiento— tocando la autoridad de Cristo para reclamar lo que Él ha obtenido y aplicarlo a la situación—Ef. 1:22; Hch. 12:5, 12.

Ef. 1:22—Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.

Hch.12:5, 12—Y que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía ferviente oración a Dios por él. 12 Y cuando se dio cuenta de esto [Pedro], llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. 12 And when he became aware of this, [Peter] went to the house of Mary, the mother of John, who was surnamed Mark, where there was a considerable number assembled together and praying.

El cuarto punto principal... es la oración de la iglesia como el Cuerpo de Cristo. Esta clase de oración no es una oración de creyentes individuales, sino la oración de la iglesia como el Cuerpo de Cristo... Esta es una oración basada en el hecho de que tenemos la posición y la autoridad de Cristo. En este tipo de oración no le rogamos al Señor que haga algo por nosotros. Por el contrario, reclamamos lo que el Señor ha obtenido y alcanzado. Sin embargo, para orar de esta manera, debemos de tener cierta comprensión de que lo que el Señor ha obtenido y alcanzado. Cristo ha obtenido el señorío y el encabezamiento. Él es el Señor, la Cabeza sobre todas las cosas. El señorío y el encabezamiento son los aspectos más importantes de lo que el Señor ha obtenido.

Una vez que nos damos cuenta de lo que el Señor ha obtenido, necesitamos aplicarlo. En realidad, es muy fácil ejercitar el señorío y el encabezamiento de Cristo. Supongamos que se reúne con un hermano que está en una condición pobre. Cuando se reúne con él, puede sentir que su condición y posición no están bien con el Señor. Como resultado, usted puede cargarse para orar por él. En esta situación hay dos formas en que usted puede orar. Una es de una manera general, la manera en que la mayoría de los creyentes oran por otros. De esta manera general puede ir al Señor y decirle: “Señor, este hermano está en una condición pobre. Señor, se misericordioso con él. Haz algo con él. Labora en su espíritu” Esta es la manera general de orar por alguien. Sin embargo, hay otra manera de orar. Esta es una manera muy especial y puede parecernos extraña. No es una manera ordinaria de orar, más bien, es una manera extraordinaria. En esta forma de oración, usted es osado con el Señor. Puede ir al Señor y decirle: “Señor, aquí hay un hermano que no está bajo Tu encabezamiento. No estoy de acuerdo con esto. No estoy de acuerdo con esta clase de situación. Señor estoy de pie proclamando Tu señorío y reclamándolo en esta situación.” Podemos orar de la misma manera por un pecador: “Señor, tu señorío debe ejercerse sobre esta persona. Señor reclamo esto.” Necesitamos darnos cuenta de la diferencia entre la manera general de orar y esta segunda manera de orar.

En esta segunda manera de oración tocamos la autoridad de Cristo. Sin embargo, debemos ver que nunca podemos orar de esta manera por nosotros mismos. Esto no significa que siempre debemos reunirnos físicamente con algunos hermanos. Físicamente, usted puede estar orando solo en su habitación, pero espiritualmente, usted es uno con el Cuerpo. Cuando está solo en su habitación, algunas veces usted puede elegir no usar el pronombre yo; en su lugar puede usar el pronombre nosotros, orando: “Señor, no estamos de acuerdo con la situación actual. Como Tu Cuerpo, tomamos el terreno de Tu ascensión y reclamamos Tu señorío sobre la presente situación”. Esta clase de oración es diferente. Esta no es una oración que le ruega al Señor que haga algo por usted; esta es la oración que reclama lo que el Señor ha obtenido. (CWWL, 1963, vol. 1, “Prayer on the Ground of Christ’s Ascension,” [La oración sobre el terreno de la ascensión de Cristo] págs. 162-163) (Esta traducción no ha sido revisada por LSM)

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Día 20: Orando la oración de autoridad: orando hacia abajo

Ore que todos los santos, como la iglesia, puedan aprender a orar las oraciones de autoridad, las oraciones hacia abajo que comienzan desde una posición celestial de victoria y van desde los cielos a la tierra, parados firmes en la posición que Cristo nos ha dado en los lugares celestiales, ordenando a Satanás con autoridad, rechazando todas sus obras, y proclamando con autoridad que todos los mandatos de Dios han de ser cumplidos—Ef. 6:18-19; Is. 45:11.

Ef. 6:18-19—Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio.

Is. 45:11—Así dice Jehová, el Santo de Israel y Aquel que lo formó: Preguntadme de las cosas por venir acerca de Mis hijos, y mandadme acerca de la obra de Mis manos.

Efesios 6:18-19 dice: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos; y por mí”. Esta oración se relaciona con la guerra espiritual. Esta clase de oración difiere de la oración común. La oración común va de la tierra al cielo. Pero la oración de la cual hablamos no va de la tierra al cielo, sino que se origina desde una posición celestial y va del cielo a la tierra. La oración de autoridad tiene al cielo como punto de partida y la tierra como destino. En otras palabras, la oración de autoridad parte del cielo y se dirige a la tierra. Todos los que saben orar entienden lo que significa dirigir la oración hacia arriba y dirigirla hacia abajo. Si una persona nunca ha conocido la oración que se dirige hacia abajo, no ha aprendido a orar con autoridad. En la guerra espiritual, la clase de oración que apunta hacia abajo es muy importante. ¿En qué consiste la oración que se dirige hacia abajo? Consiste en estar firmes en la posición que Cristo nos ha dado en los lugares celestiales, para que demos órdenes a Satanás con autoridad y rechacemos todas sus obras, y para que proclamemos con autoridad que todos los mandamientos de Dios deben cumplirse. Si oramos pidiendo que se haga la voluntad de Dios y pidiendo una decisión al respecto, no debemos decir: “Dios, te pedimos que hagas esto”, sino: “Dios, tienes que hacer esto. Tienes que obrar. Pase lo que pase, tienes que realizar esta obra”. Esta es una oración que ordena, una oración hecha con autoridad…

Hermanos y hermanas, necesitamos ver la posición celestial de la iglesia. Satanás comienza su obra tratando de quitarnos nuestra posición en los lugares celestiales. La posición celestial es una posición de victoria. Mientras estemos firmes en esa posición, tendremos la victoria. Si Satanás tiene éxito en sacarnos de los lugares celestiales, seremos derrotados. La victoria equivale a permanecer firmes continuamente en la posición celestial de victoria. Satanás nos dirá que estamos en la tierra. Si asentimos a su sugerencia, seremos derrotados. Satanás intentará inutilizarnos valiéndose de nuestra derrota y nos hará pensar que verdaderamente estamos en la tierra. Pero nosotros venceremos si permanecemos firmes y declaramos: “Cristo está en los lugares celestiales, y nosotros también estamos en los lugares celestiales” aferrándonos a nuestra posición. Por lo tanto, permanecer firmes en la debida posición es importantísimo.

El fundamento de una oración de autoridad es su posición en los lugares celestiales. Puesto que la iglesia está en los lugares celestiales juntamente con Cristo, puede orar con autoridad. (CWWN, t. 22, “El ministerio de oración de la iglesia”, págs. 194-195)

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Día 21: Orando la oración de autoridad: “Hablar al monte”

Ore que los santos estén llenos de fe, orando de acuerdo a la voluntad de Dios, llegando a ser los vencedores quienes aprenden a “hablar al monte” que está bloqueando el camino, ejerciendo la autoridad de Dios para tratar con todas las cosas que nos estorban para proseguir en el camino espiritual—Mr. 11:22b, 23-24; Mt. 4:10a, 11a.

Mr. 11:22b, 23-24—Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dude en su corazón, sino que crea que lo que está hablando sucede, lo obtendrá. Por tanto, os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que las habéis recibido, y las obtendréis.

Mt. 4:10a, 11a—Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás!... El diablo entonces le dejó.

¿Qué es orar con autoridad? En términos sencillos, es hacer la oración de Marcos 11. A fin de entender con claridad esta verdad, debemos examinar detenidamente los versículos 23 y 24. El versículo 24 comienza con las palabras: “Por tanto”, lo cual indica que esta oración es continuación de lo que se dijo antes; es decir, el versículo 24 está unido al 23. El versículo 24 habla de la oración. Esto prueba que el versículo 23 también se refiere a la oración. Lo extraño aquí es que el versículo 23 no parece una oración común. El Señor no nos dijo que oráramos: “Dios, por favor quita este monte y échalo en el mar”. ¿Qué es lo que dice? Dice: “Cualquiera que diga a este monte: Quítate y échate en el mar”. Según nosotros, ¿cómo debe ser una oración? Pensamos que cuando oramos a Dios, debemos decir: “Dios, por favor quita este monte y échalo en el mar”. Pero el Señor dijo algo diferente. El no dijo que nos dirigiéramos a Dios, sino que le habláramos al monte. No es a Dios a quien le hablamos sino al monte directamente, diciéndole que se eche al mar. Puesto que el Señor sabía que muy posiblemente no consideraríamos ésta como una oración, expresa en el versículo siguiente que en realidad sí es una oración. Aunque esta oración no está dirigida a Dios, es en efecto una oración. Es una declaración dirigida al monte, que le dice: “Quítate y échate en el mar”. Aun así, también es una oración. Es una oración con autoridad. Una oración con autoridad no le pide a Dios que haga algo, sino que ejerce la autoridad de Dios y la aplica a la solución de los problemas y a las cosas que deben ser eliminadas. Todos los vencedores tienen que aprender a hacer esta clase de oración; tienen que aprender a hablarle al monte…

Todo lo que debemos hacer es darle una orden al monte: “Quítate y échate en el mar”. Existe una gran diferencia entre pedirle a Dios que quite el monte y ordenarle al monte que se quite. Acudir a Dios y pedirle que haga algo es una cosa; ordenarle directamente al monte que se eche al mar es otra. Muchas veces pasamos por alto esta clase de oración. Muy de vez en cuando oramos aplicando la autoridad de Dios al problema o diciendo: “Te ordeno en el nombre de mi Señor que te marches”. O: “No toleraré más que esto permanezca en mí”. Una oración con autoridad es una oración en la que les decimos a los obstáculos que desaparezcan. Podemos decirle a nuestro mal genio: “Apártate de mí”. Podemos decirle a la enfermedad: “Aléjate de mí. Me levantaré por la vida de resurrección del Señor”. Estas palabras no se dirigen a Dios sino al monte. “Quítate y échate en el mar”. Esta es una oración de autoridad. (El Ministerio de oración de la iglesia, cap. 4)

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